Wednesday, September 5, 2012

Agueste III: Ucrania sobre raíles. El tren de Budapest a Lviv

Billete de ida y vuelta Budapest - Lviv: 56 €
Reserva de vagón cama, ida: 11 €
Reserva de vagón cama, vuelta: 16 € (precios aproximados)

El billete se le compra a la compañía húngara MÁV Start en una taquilla. No se puede comprar por internet ni por teléfono. Si vas en cama, ésta se paga aparte: al comprar el billete pagas la de ida y al llegar a Lviv reservas la de vuelta. Precios de trenes desde Budapest. Ten en cuenta que los nombres de las ciudades están en húngaro.


Hoy voy a hablar de los trenes, que tienen su enjundia. O no tanta, pero ya lo escribí y me quedó demasiado largo como para meterlo en la entrada de Lviv, y no quiero borrar nada. Voy a ir abriendo y cerrando paréntesis al mismo tiempo: igual que conté juntos los dos días de Budapest, hoy hablaré de los dos trenes, el próximo día de las dos visitas a Lviv, y finalmente de Slavske y los Cárpatos.

Noche 9-10 de agosto

Me consideré llegado a Ucrania en cuanto metí el segundo pie en el tren, aún detenido en la budapestosa estación de Keleti, a eso de las seis y media de la tarde del jueves 9 de agosto. Essi subió conmigo; le dije: “this trip is going to be really interesting”, y en ese momento empezó a ser interesting: una joven pelirroja con mala leche me empezó a hablar en ruso a velocidad de crucero. O ucraniano, vete a saber. No los distingo. Aunque creo que era ruso porque el trayecto era Budapest – Moscú. En cualquier caso, conseguí entenderme con ella y que me dijera dónde me tenía que meter. Me despedí de Essi y entré en un camarote de esos con tres personas: un padre de 37 años llamado Vítali, una madre de 35 llamada Polina y un pequeño pero imparable torrente de verborrea de cinco años de nombre Varvara, Varia o Varusha para los amigos. Claro que en ese momento no conocía sus nombres. Al principio nos dijimos jelou, jelou, pero luego miré para Varia y le dije: “¡Priviet! ¿Kak tibiá savut?” Los padres, sorprendidos, se rieron, pero ella se quedó pillada un instante, creo que más por el acento extraño que por el hecho de que le preguntara su nombre en su idioma. “Varia. ¿A kak vas savut?” Así entablamos una conversación, con la ayuda de sus padres, que hacían las funciones de intérpretes como buenamente podían. En dos minutos ya estaba al día del nombre y la edad de todos ellos, de que su padre tiene un portátil y de que su abuela vive en otra ciudad o algo así; había asignado las camas, de modo que a mí me tocaba la de arriba, a Vítali la del medio y a ella y Polina la de abajo; y me preguntó si tenía mujer o hijos y de qué color era mi cepillo de dientes. Ah, y si me gustaban las chucherías, a lo que respondí afirmativamente, tras lo cual sacó una bolsita y me ofreció un gusano de gominola que le agradecí enormemente.

Hasta que se hizo de noche pasamos el rato primero jugando a unos juegos de cartas infantiles que tenía Varia (se partía de risa cada vez que veía que en la carta del vaso en inglés ponía glass, porque eso en ruso significa ojo, y se metía el dedo en uno), y después ella se fue a hacer amigos entre la gente de los otros compartimentos y contarles su vida como me la había contado a mí, con su madre corriendo agotada detrás de ella, mientras su padre me contaba el viaje que acababan de hacer por Europa. Cuando se hizo de noche y consiguieron dormir al tornado rubio seguimos hablando los tres durante varias horas, en una conversación un poco lenta pero muy interesante, en la que me contaron la historia de Lviv y me dijeron un montón de sitios para visitar, sobre todo iglesias en el centro de la ciudad. Ya os hablaré de ellas con más detalle. Vítali es bastante aficionado a la arquitectura y me dijo que conocía lo que hay en España pero no sabía nada de la historia del país, con lo que procedí a contársela lo mejor que pude. Con la tontería estuvimos de charla hasta la una o las dos, mirando de cuando en cuando cómo iba el cambio de vías. Las vías ucranianas son más anchas que las europeas, con lo que hay que subir el tren, vagón por vagón, a unos carros con las ruedas más separadas en un proceso lleno de ruidos y golpes que dura unas tres horas. Y no puedo cerrar el episodio del tren sin mencionar las beyond preciosas tazas en las que nos trajeron el té. En realidad no son tazas, es un coso de metal con asa dentro del cual metes un vaso de cristal común y corriente, y te queda súper majestuoso e imperial, con águilas y filigranas varias. Me dijeron que eso era típico de la era soviética.


Llegados a la estación, Vítali vino conmigo a reservar la cama para el viaje de vuelta, a comprar el billete para Slavske y a dejar el equipaje en la consigna, y me explicó cómo llegar al centro. Me despedí de él con la promesa de escribirle cuando terminara mi viaje y me dirigí al centro.


Como pudisteis ver en la entrada de Budapest, me subí a un tren azul, pero por alguna razón me bajé de uno rojo y blanco. No sé si es porque lo pintaron durante el cambio de vías (tiempo les dio de sobra) o porque algún oficial de aduanas majete me trasladó con mimo y sin despertarme de uno a otro. Creo que ya nunca lo averiguaré.


Noche 12-13 de agosto

Esta noche tiene menos que contar. El viaje duró una hora menos, aunque al mirar las horas en los billetes parece que la diferencia es de tres, porque en Ucrania es una hora más tarde. Podía llamarse Descanarias, en realidad, pero se llama Ucrania, rarezas suyas. La reserva de cama fue un poco más cara porque esta vez fui en habitación doble en lugar de triple. Mi compañero era Alexandr, un ucraniano que sabía inglés e iba a Croacia por motivos de trabajo. Me metí en mi cama de bonito y hogareño edredón estampado relativamente pronto, porque estaba cansado, y al rato vino el revisor a decirme que esa cama no era la mía y que me levantara y me fuera a otra. Maldita la gracia que me hizo, y además esa noche me despertaron tres mil veces más; algunas sólo para comprobar si estaba dormido o muerto, creo, porque si no a ver qué sentido tiene que el hombre me despierte, me diga una palabra y acto seguido se vaya. Pero en una de estas situaciones sucedió algo de lo que me siento extremadamente orgulloso: entró el señor de la aduana, me preguntó si gavariaba pa ruski o pa ukraínski, le contesté que un poco pa ruski sí, y me hizo todo el cuestionario de rigor: nombre, procedencia, motivo del viaje, destino, posesión de drogas, armas o alcohol... en ruso, ¡y le contesté a todas las preguntas en la misma lengua como un campeón! :D En las entradas que me quedan por publicar sobre Ucrania os voy a dar la vara constantemente con lo mismo, pido disculpas por anticipado, pero el ser capaz de mantener una conversación completa con fluidez, aunque fuera corta, me hizo sentirme un políglota de la leche. Y en ese momento no había nadie que me pudiera colgar la medallita figurada, así que me la colgué yo.

Por la mañana me desperté relativamente temprano y me puse a hablar con mi vecina de abajo, Olga, que resultó ser compañera de trabajo del pavo de la otra habitación e iban al mismo sitio. Me dio una manzana y unos cachos de tarta de queso que tenía y a cambio la invité a un té que nos trajeron en unos cacharros menos bonitos, claramente más modernos y de latón y de diseño más cutroso. Me habló de un libro que había leído en el que se comparaban frases idiomáticas españolas y ucranianas que, curiosamente, coinciden tanto en forma como en significado. Me dio su email prometiéndome que, si le mandaba un mensaje recordatorio, buscaría y me diría el título exacto, y así lo hizo:

GAVILÁN, Francisco: Guía de malas costumbres españolas. Madrid, Mondadori, 1988.

7 comments:

  1. Spero che non e' un problema se ti lascio commenti in italiano. Perché ... non credo che posso farlo in spagnolo, non e' facile neanche leggerlo, ma credo che sarebbe molto piu' difficile scriverlo. Scusami!
    Anche se praticamente non ho capito la maggior parte sono contenta che hai avuto un viaggo interessante come te l'avevo predetto. Essi

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  2. Oh, I was surprised, like, who would leave an anonymous comment in Italian? :D I understood it perfectly, but don't dare to reply in the same language! Thanks, I indeed had a molto interessante one. Andddd someone told me we'll meet again this weekend ;)

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  3. Qué pasada, tío. Qué envidia me das.

    Sana, toda sana.

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  4. Buena entrada amigo, sigue disfrutando a tope de este año tan especial ;-)
    Yo sé lo que pasó para que aparecieras al día siguiente en un tren de color distinto, pero no quiero decírtelo por si empieza a dolerte la parte baja de la espalda sólo de pensarlo, jejeje, hay algunas hierbas que no dejan rastro y hacen contigo lo que quieren.... :-P

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  5. Yo entiendo tu políglota orgullo. Estoy segura de que el domino y la satisfacción irán en aumento! Disfrutaaaa!! Aprende, vive, viaja y HABLA HABLA HABLAAAAAAAAAAA!! un besazoo

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