Sunday, March 3, 2013

Pánico ferroviario en tiempo real


A las nueve y poco de la mañana de hoy, sábado 2 de marzo de 2013, me despedí del madrileño Pera, o Pedro, o Eddie, o cualquier epíteto épico que se te ocurra asignarle, enfrente de la estación de tren principal de Basilea, Suiza, cuando cogía el autobús para irse al aeropuerto. Mi tren Basilea-Viena con conexión en Frankfurt ("¡u... un ligero rodeo!") salía de otra estación a las 13:15, así que me fui a dar un paseo. Un paseo largo. Empecé siguiendo una de las rutas precocinadas para turistas que tiene esa ciudad, pero en un punto determinado me desvié para poner rumbo a la estación.

Cuando llegué, mi reloj marcaba las 12:45. Perfecto, me dije. Un par de fotos, un pis y al tren a coger sitio. Aunque soy especialista en perder autobuses y trenes, cuando son viajes grandes o caros (este es ambas cosas) procuro no andarme con muchas tonterías. Llego al andén 4 y pone: 13:23, tren con destino Dortmund que pasa por tal, por cual… Me extrañó, porque los trenes suelen ser puntuales, y porque aún faltaba media hora para ese tren y antes iba el mío. Entonces me di cuenta.

Eran las 13:21. Se me había atrasado el reloj. El hijo de puta marcaba la una menos diez, tan tranquilo y sonriente.

Enseguida llegó el tren anunciado; vi que más o menos seguía mi ruta, aunque no paraba en la Frankfurt Hauptbahnhof sino en el Flughafen, uséase, el aeropuerto. En ese momento me dio todo igual: me subo y ya me apañaré, pensé, y eso hice. Una vez dentro me puse a planear la estrategia que usaría frente al revisor. ¿Me hago el loco? ¿Me pongo a llorar? ¿Le echo la culpa a alguien? Echándole un vistazo al folleto que había en el asiento de al lado averigüé que este tren llega al Flughafen a las 16:09, mientras que mi conexión sale de la Hauptbahnhof a las 16:21. Viéndome negro, lo leí más detenidamente (trae un montón de información, está genial) y encontré que en Mannheim puedo coger una conexión para la Hauptbahnhof y llegar aún con trece minutillos, que son menos que los veintiocho de la combinación original pero al menos, you know, llego.

Llego a Mannheim a las 15:23, dentro de nueve minutos. A ver cómo se desarrolla la historia.

- Un par de horas más tarde... -

El revisor, un señor de cara redonda y bigote que parecía salido de una película para niños, vio mi billete, se quedó mirándolo un momento que se me hizo larguísimo y luego me preguntó si iba a Karlsruhe. Al oír que no, que iba a la Hauptbahnhof de Frankfurt, me dijo sencillamente: “pues te vas a tener que bajar en Mannheim y coger otro tren”, y me lo devolvió. O sea, que al final no hubo desastre ni lloriqueos. No veas qué alivio... Hasta se me hizo raro que fuera tan fácil.

Cuando bajé en Mannheim no tuve que andar más de seis metros, la anchura del andén, pues el tren a Frankfurt pasaba por el lado opuesto al que llegué. Una vez dentro, vi que había una tipa con un portátil enchufado, y siguiendo el cable descubrí dónde estaba el escondrijo del enchufe. Y yo gastando batería en el tren anterior como un pringao… Total, que llegó el revisor y no me preguntó nada, me selló el billete y fuera. El resto del tiempo (fueron cuarenta minutillos) lo pasé comiendo sángüises de pan austriaco con fiambre suizo y hojeando una revista en alemán. (Iba a decir refollando pero en castellano suena inadecuado.) Más que nada, mirando los dibujitos. Salía un cocinero que se parecía al revisor anterior.

Y ahora estoy en el último tren de este trayecto, independiente del otro trayecto Viena-Bratislava que me espera después. En los doce minutos que tenía me dio tiempo a comprar dos Berliner con mermelada de frambuesa o lo que sea eso, que para mí son el manjar definitivo desde que los descubrí en Stuttgart hace un año y una semana, subir al tren, sentarme delante de una jovenzuela de negros rizos enfrascada en unos apuntes de Inglés, enchufar el portátil y terminar de escribir en Word esta entrada a la que ahora pongo punto final.

6 comments:

  1. Oye, qué entrada más guay de leer. Consigues suspense de verdad! Also, benditos sean los germánicos y su rollo.

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  2. Oseaaaaaa, a mi me da un infarto y no lo cuento, y a tí además de no darte resulta que se te aparece la virgen en forma de coincidencias varias para que todo te salga bien por esas vías perdidas de la Europa profunda, eres un tío tranquilo y con suerte y yo me alegro un güebo y la yema del otro de que todo te saliera bien y no tuvieras que gastarte un pastizal en otro billete y además perder un montón de horas por allí tirado, en serio que al leer ahora como fué todo estoy muy orgulloso del mejor compañero de viaje que se puede tener para viajar por el extranjero, lo he pasado inmejorable contigo amigo, al año que viene si es posible nos pegamos otro ;-) Un abrazo muy fuerte, cuídate y sigue así en todo.

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  3. Pero mira que tienes suerte. Yo ya estaría loca toda nerviosa diciéndote algo propio de mí. Está claro que eres un tipo tranquilo y feliz.¿A quién sales?

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  4. Bueno, en el momento en el que me di cuenta de lo que había pasado casi se me sale el corazón por la boca, empecé a decir "no puede ser esto no puede ser verdad esto no puede estar pasando" en voz alta, que la gente se me quedó mirando... Pero llegó el otro tren, entré, me senté y ya me sentí más o menos seguro. Total, aunque tuviera que pagar una burrada por otro billete, no me iba a quedar tirado ni a dormir en la calle de una ciudad desconocida, eso lo sabía. Un gasto grande me cancelaría dos o tres futuros viajes menores, pero no temía por mí y el concierto, la visita a Basilea y todo lo que me hacía ilusión ya había pasado, y con éxito. Supongo que todo eso cuenta bastante. Y la resignación también: si ya lo perdí, ya lo perdí... Imagino que las razones serán esas, vaya.

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  5. Pues tengo que decir que me gustó mucho leer tu entrada,y si,olé tus huevos por actuar lo más serenamente posible :) y que me das una envidia increible por poder viajar por europa del modo en q lo estás haciendo!
    Disfruta

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  6. A mí casi me dió algo cuando hablé contigo por teléfono, y al resto de la familia también. Cuando estuve ya segura de que no ibas a hacer ninguna locura, comentaba con tu tía "a ver como cuenta este la aventura en el blog". Menos mal que quedó en una historia que dificilmente olvidarás, pero que acabó de lo mejor.
    Y sí, es para "quererla a caldeiradas"

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