Saturday, June 22, 2013

FEB IV: Suiza

La plaza del Mercado de Basilea
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Miércoles 27 de febrero. Cinco de la tarde. Tren a Viena. Metro de Simmering a la Westbahnhof. Un par de horas de espera, o las que fueran. Tren a las 22:30. Compartimento. A excepción de la primera hora de viaje, sólo otro señor y yo. Consecuencia: tres asientos para cada uno. En otras palabras: dormir tumbado como un pepe. Llegada a Zürich a las 7:30. Cambio de tren.

Todo lo que vi de Zürich
El jueves 28 de febrero de 2013 a las 8:30 AM aproximadamente puse el pie en Basilea, ciudad suiza fronteriza con Alemania y con Francia. Lo primero que hice fue ir directo al albergue, que está a diez minutos a pie de la estación. Allí, el recepcionista me dio un plano de la ciudad, un esquema de la red de autobuses y tranvías, un bono que permite usar todo el transporte urbano durante dos días y que estaba incluido en el precio de la habitación, y un folleto con las rutas que hay marcadas por toda la parte antigua de la ciudad.

¡Sí, hay rutas indicadas! Está guay. Todas empiezan y terminan en la plaza del Mercado. Eliges una, y funciona como los senderos de los montes: tienes que ir siguiendo las señales de colores que hay en las esquinas de los edificios. En total hay cinco rutas, que llevan entre 45 y 90 minutos recorrer, dependiendo de la que elijas. Como estaba solo, y conociendo las limitaciones de quien se me uniría más tarde, decidí hacer la gris, porque ponía que tenía muchas cuestas y escaleras. Y así fue como hice mi primera
El meteorito interestelar
de la galaxia
ruta por la bella y limpia Basilea, ciudad medieval que conserva montones de cosas de hace siglos. Hay casas en cuya puerta tienen grabadas fechas que se remontan hasta el siglo XIV. No sé muy bien cómo funciona eso, porque de la casa original poco puede quedar, ¿no? Eso es lo único que eché de menos en Basilea: no tener quien me resolviera ese tipo de dudas. Vi cosas muy bonitas, pero no sabía lo que estaba viendo. En mitad de la ruta me topé con el Naturalhistorisches Museum y decidí entrar. Un poco cutre: todo escrito exclusivamente en alemán, aunque dentro me encontré más francófonos que otra cosa, pocos objetos originales y muchas réplicas. Lo más llamativo, unos fósiles de plantas de tamaño desmesurado y un cacho de meteorito del tamaño de un calabacín y nada menos que nueve kilos de peso. Por lo poco que pude entender de la explicación de al lado, se cree que es el que acabó con los dinosaurios, en caso de que esa teoría sea la buena.

A las tres y media llegaba Eddie Pedro Pera al aeropuerto de Basilea, Mulhouse y Friburgo, también llamado Euroairport, que está en territorio francés; y fui a buscarlo, o sea que, técnicamente, también estuve en ese país. ¡Yuju! Volví a la ciudad con él,
dejó sus cosas en el hotel y nos fuimos de paseo a hacer las rutas roja y azul. Durante este paseo paramos en varios bares, y tengo que destacar el zumo de manzana, distinto a todos los que probé. No sé cómo lo hacen o con qué variedad de manzanas; parece que tiene gas porque pica un poquito, pero no lo tiene, simplemente es más ácido, y está buenísimo. Fue casualidad, porque siempre pido cocacola o mosto, y justo ese día, como no tenían mosto, me dio por variar. Por la noche cenamos en un restaurante cuya camarera sabía algo de español y estaba toda contenta de poder practicar con nativos.

Pratteln está a siete minutos en tren de cercanías. Al día siguiente, viernes 1 de marzo, para no tener que andar pendientes del equipaje, decidimos llevarlo ya al hotel de Pratteln en el que nos alojaríamos esa noche y volver luego a Basilea. Eso hicimos, y nos recorrimos la ruta amarilla, caminata durante la cual comimos unos sángüises de fiambre manufacturados (la factura del restaurante de la noche anterior había sido un susto más que suficiente). Hacia la mitad de la tarde fuimos a Pratteln a
descansar un rato en el hotel antes del concierto para el cual habíamos organizado todo ese viaje. Cartelazo: Primordial, Moonsorrow, Taake y Helheim. Una vez en la habitación, quise enchufar el portátil, pero los enchufes no eran los adecuados, así que bajé a recepción a pedir un adaptador. Y al llegar abajo, sorpresa sorpresa: en el pasillo me encuentro una calva y una enorme perilla que conozco: las de Janne Perttilä; y a su lado, tras la esquina, el resto de los miembros de Moonsorrow, junto con los dos o tres tíos que los acompañaban. Nos saludamos todos, intercambiamos cuatro frases y me volví para arriba sin mi adaptador, porque no tenían. Le conté a Eddie con quién me acababa de topar y bajó a saludarlos, pero sólo encontró a Marko y a Markus. Un rato más tarde fuimos a la sala, que está a tres minutos del hotel. Del concierto no voy a contar nada aquí, primero porque no es el objetivo de este blog y segundo porque ya hice una crónica para otro sitio. Pero estuvo guay, valió la pena.

Al día siguiente salimos temprano del hotel. Nos volvimos a encontrar a los de Moonsorrow, hablamos con Marko y Ville cinco minutos durante los cuales nos contaron los problemas y tirones de pelos entre su discográfica antigua y la nueva, decidimos unánimemente que el próximo disco sería una obra conceptual sobre cucarachas y finalmente nos despedimos hasta la próxima. A
¿Ves el cable y la banderita?
continuación, el madrileño y yo cogimos el tren para Basilea. Eddie se fue directo al aeropuerto, mientras que yo me quedé por la ciudad unas horas más, paseé, saqué fotos que me habían quedado sin sacar y me hice la última ruta, la más larga de todas y la única que pasa al otro lado del río. Descubrí que para cruzarlo hay unos barcos que no tienen motor, sino que están atados a unos cables para no irse a la deriva y se mueven aprovechando la propia corriente; de todos modos, yo crucé por el puente. En terminando la ruta, en lugar de volver a la plaza del Mercado fui directo, pero sin prisa y con alguna que otra pausa, a la estación de la que tenía que salir. Lo que me pasó durante mis últimos minutos en el país de Heidi ya os lo conté, y como nuestro relato de febrero ya llegó al 2 de marzo, creo que podemos darlo por terminado.

Deleitaos con dos vídeos absurdos.
Actualizado a 8 de noviembre de 2015 para añadir muuuuchas fotos.



5 comments:

  1. Lo del zumo de manzana con gas, hay muchas probabilidades que fuese zumo carbonatado, es muy común allí como refrigerio, pero no es sidra ni mosto, simplemente es Zumo con gas.
    Podría ser Zumo de manzana mezclado con VinCuit, que es una especie de melaza típica de allí hecha a base de hervir zumo de manzana durante horas. Es muy común en la merienda y lo hay con gas o sin gas, es muy dulce.
    Zumo de Manzana con Pera, que también es muy común, sobre todo en el desayuno, también ha aparecido la moda del zumo de manzana con piña, pero no se considera "puramente suizo". Pero ese no tiene gas.

    Por cierto que la manzana más típica de Suiza es la manzana de Thurgau, que es autóctona de allí y prácticamente no la exportan.
    http://images.fxcuisine.com/blogimages/swiss-cuisine/apple-spaetzli/apfelspatzle-02-1000.jpg
    Con ella hacen el famoso Apfelspötzli (también llamados spätzle)
    http://images.fxcuisine.com/blogimages/swiss-cuisine/apple-spaetzli/apfelspatzle-34-1000.jpg

    Personalmente el Späzle me parece asquerosamente dulce, pero hay quien le apasiona este dulce.

    Felicidades por el post, qué grandes recuerdos me has traido.

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  2. Juas, qué experta en manzanas, ¿tú no serás reina bruja? :P
    Pues no sé, no tenía pinta de ser gas, pero a saber...

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  3. Muy bueno, Grilo!!
    Espero que este verano me cuentes tus correrías en persona ;D

    Pastra

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  4. La wikipedia, la curiosidad y tener familia viviendo en Suiza durante años hace mucho... aunque un poco bruja no descarto que siempre haya sido...

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  5. Que buenos recuerdos me han venido al leerte, recuerdo esos dos días con mucho cariño, para mi fueron geniales y lo pase de fruta madre, y además recordarlos ahora desde el primer día de verano me hace que parezca mentira que esto haya sido hace solo unos meses, que sensación más curiosa me ha dado al leerlo con este calorazo de Madrizzz y recordarlo todo con ese frequíviri que hacía por allí, tenemos que repetir viajes europeos de estos, ya llevamos dos y con suerte serán más, además eres el compañero de viaje perfecto, no bebes alcohol y así cuidas de mi :-P
    Un abrazo amigo

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